Que la violencia de género no es un invento de ahora, y que viene
de lejos, es algo que gran parte de la ciudadanía tiene más que claro. Es un
tipo de violencia que las mujeres llevamos sufriendo desde tiempos inmemoriales
a manos de los hombres (no todos) que nos consideran seres inferiores y meras
posesiones que deben controlar, maltratar e incluso asesinar, para así afianzar
esa “masculinidad” de la que probablemente no se sienten muy seguros. Y todo
porque son incapaces de vernos como iguales. Como lo que realmente somos.
Es cierto que nuestra generación ha crecido en esta falsa burbuja
de la igualdad donde parecía que estos roles ya estaban más que superados, pero
las cifran hablan por si solas. Más de 40 mujeres han sido asesinadas por sus
parejas o ex parejas en este año 2012. También es cierto que nos encontramos en
un momento único en la historia donde por primera vez este problema se ha hecho
visible, donde ha dejado de ser un asunto del ámbito doméstico en el que buscar
ayuda fuera infligía en las mujeres una sensación de vergüenza. Porque cuando
nuestras abuelas y bisabuelas se casaban lo hacían de por vida. Y cuando
buscaban esa ayuda se encontraban con el “algo habrás hecho”. Por primera vez
contamos con una ley específica que nos protege frente a esta vergonzosa lacra
social que es la violencia de género y con unas instituciones públicas que
parecían más que conciencias. Y digo parecían porque en en este último año las
cosas han empexado a cambiar a peor.
Utilizando la crisis como herramienta para llevar a cabo sus
recortes ideológicos, el gobierno del Partido Popular no hace nada más que
poner impedimentos a la lucha de las mujeres, y de la sociedad en general, por
acabar con este terrible problema. Primero vimos como muchos ayuntamientos gobernados
por el PP cerraban las oficinas de atención a mujeres que sufren esta
violencia. Luego vimos como la Ministra de sanidad, Ana Mato, se negaba a
utilizar el término violencia de genero y nos faltaba al respeto llamándolo
“violencia en el entorno familiar”. Y por último nos enteramos que el Ministro
Gallardón pretende eliminar el término violencia de género del Código Penal
dejándonos claro que las mujeres, sus derechos y su bienestar nunca han sido,
ni serán, una prioridad para este gobierno. Ya se que es triste, pero supongo
que no nos debería sorprender ya que todas las medidas aprobadas por el
gobierno del PP nos perjudican bastante, vease la reforma laboral o la
modificación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo como ejemplos
más importantes.
Pero como decía antes, estamos en un momento histórico. Por
primera vez somos conscientes del problema y tenemos las herramientas para
ponerle fin. Empezando desde la infancia. En el colegio, en el instituto. Para
evitar actitudes y roles que, por desgracia, se siguen presentando a edades muy
tempranas. Debemos educar en igualdad desde el noviazgo para que los jóvenes
entiendan que ellas no son seres inferiores de su propiedad y para que las
jóvenes aprendan a identificar esos primeros síntomas de violencia que muy
frecuentemente confunden con amor. Pero la erradicación de la violencia de
género pasa, primero que nada, por un respaldo claro y unánime por parte de las
instituciones. Es por eso que este 25-N estaremos en la calle exigiendo un
respaldo que parece que hemos perdido porque a este gobierno hay algo que no le
queda claro. Para acabar con un problema lo primero es llamarlo por su nombre.
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