Como
socialista, creo que el Gobierno tiene la finalidad principal de garantizar el
libre desarrollo de la personalidad de todos y todas, independientemente de
cualquier circunstancia personal o social, removiendo los obstáculos que la
propia sociedad pueda poner a esa libertad individual en igualdad. Y además da
la casualidad de que no sólo lo creo yo, sino que la Constitución Española, al
establecer la Igualdad como valor superior del ordenamiento jurídico (art. 1.1),
como derecho fundamental de máxima protección (art. 14) y obligar a los poderes
públicos a garantizar que esa igualdad es real y efectiva (art. 9.2) parece
opinar lo mismo que yo.
Sin
embargo, ya hemos visto que el consenso constitucional que este país fue capaz
de alcanzar en la transición resulta poco importante para un Partido Popular
que no se cree con mayoría absoluta, sino con poder absoluto. Hemos visto que
prefieren legislar a espaldas de las Cortes, en contra de lo prometido a la
ciudadanía, y sobre todo, imponiendo su ideología por encima del consenso constitucional,
entre otras, en la reforma laboral, la ley de transparencia, la injerencia en
competencias autonómicas o los recortes al Estado del Bienestar.
Pero aún
así me resulta muy preocupante que el PP sea capaz de denegar la aprobación de
una ley de Igualdad de Trato y No Discriminación en base a que “establece un
concepto de la igualdad de trato expansivo que puede lesionar otras libertades”.
Pero es que, diputadas y diputados del PP, la Igualdad es valor superior del
ordenamiento (art. 1.1), es OBLIGACIÓN de los poderes públicos aplicarla de
forma expansiva (art. 9.2). Al fin y al cabo, si otra libertad chocara con la
igualdad, sería esta otra libertad la que habría que interpretar
restrictivamente, pues la igualdad, la ausencia de discriminación, es el
fundamento que permite hablar de dignidad humana y lo que permite el libre
desarrollo de la personalidad, es por lo tanto fundamento de nuestro orden
político (art. 10.1). No pueden estar diciendo en serio que, como no permitiría
financiar a los misóginos colegios del Opus, no podemos tener en España una ley
que asegure que ninguna persona será discriminada nunca por ningún motivo.
La lucha
por la Igualdad ha sido históricamente el motor que ha hecho avanzar
políticamente a las sociedades, los grandes avances que quedan en el acervo de
nuestra cultura política y de los que nos enorgullecemos han sido en pos del
ideal supremo de que todas las personas somos iguales y merecemos ser tratadas
como tales. Y aunque el PP, siendo como es un partido que defiende a los privilegiados,
por lo que ideológicamente no puede aceptar una Ley de Igualdad de Trato y No
Discriminación, gane esta batalla, al final sabemos que ganaremos la guerra.
Tengo confianza en que la sociedad avanzará hacia adelante y, al final, un
Gobierno socialista legislará para asegurar que nunca nadie más deberá sufrir
la injusticia de la discriminación de quienes se creen mejores que los demás.
Al fin y al cabo, para eso sirve la política.
Marcos Ventura Armas
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